Garantía en la mesa

Cuando ponemos sobre el mantel un plato de queso de Arzúa-Ulloa, Tetilla, San Simón o Cebreiro o acompañamos nuestra mesa con Pan de Cea, también servimos en bandeja algunas buenas historias sobre tradiciones, familias y pueblos. Relatos acerca de las regiones de nuestro país, cuna de esas delicias, y de la gente, con su buen hacer, quienes transforman esos productos en auténticas delicatessen.

La Denominación de Origen Protegida (DOP) y la Identificación Geográfica Protegida (IGP) certifican la calidad de un alimento, que viene, precisamente, del lugar en el que se producen las materias primas, de cómo se elaboran los productos y, también, del factor humano.

El entorno, el clima, el oficio ancestral y la cultura son determinantes para las características únicas de los alimentos, esas que hacen que sean imposibles de replicar en otro punto del mapa. El origen es un valor añadido, un sinónimo de prestigio ganado a lo largo de siglos de perfeccionamiento de las técnicas tradicionales.

La Denominación de Origen identifica un producto de un lugar concreto y certifica que su origen es esencial para su calidad. Obtenerlo implica que toas sus fases de producción se realizan en ese área.

Los sellos de calidad diferenciada se otorgan a productos únicos y muy arraigados en la zona.

La importancia de la marca en los sellos de calidad diferenciada

La marca es un conjunto de elementos de carácter formal y tangible que dan lugar a una valoración subjetiva en el destinatario de la misma. Es decir, la suma de todas y cada una de las sensaciones, percepciones y experiencias que una persona tiene como resultado del contacto con una organización, sus productos y sus servicios.

La marca, más allá de su aspectos formales y tangibles, es también la percepción y actitud que el consumidor tiene de ella (lo que cree que es). Influirá tanto lo que haya visto, escuchado o leído sobre esta en medios propios, generados, pagados y, como el nivel de calidad del contacto con su personal y la satisfacción con lo comprado.

Esta definición denota que una marca reside por encima de todo, en la mente de las personas, que acceden a ella a través de uno o varios de sus puntos de contacto. De esta manera, se construye la experiencia de marca para el cliente.

Es la consistencia de este complejo entramado, la que genera valor y determina el precio que las personas están dispuestas a pagar por los productos de una marca.

El objetivo de una marca es garantizar relaciones que creen y aseguren beneficios futuros mediante un incremento de la preferencia y fidelidad del consumidor. Las marcas simplifican los procesos de toma de decisiones de compra y suponen tanto una garantía de calidad como una verdadera alternativa diferente, relevante y creíble frente a las ofertas de la competencia.

La creación de una marca, deberá ser atractiva y convincente para quien entre en contacto con ella, resultar relevante en el momento de su creación, y sobre todo, tener potencial a largo plazo.

Por lo tanto, el concepto de marca, se reflejará a través del nombre, el país de origen, su historia, su imagen visual, su logotipo, sus colores, sus formas, su lenguaje y el conjunto de su oferta. Es la seña de identidad de la empresa. Es la capacitada para transmitir los valores de la organización.

El concepto es la raíz desde la cual la marca empieza a crecer y a desarrollarse, por lo que es vital que sea sólido, pues con el tiempo, algunos aspectos de la estrategia de branding irán cambiando, mientras que el concepto, cuanto más consistente sea, más tiempo podrá permanecer inalterable.