La creatividad es una de las capacidades más importantes y útiles del ser humano. Esto es así porque le permite, justamente, crear e inventar nuevas cosas, objetos, elementos a partir de lo que ya existe en el mundo. La idea de creatividad proviene justamente de la idea previa de «crear», por lo cual el acto de inventar o generar algo nuevo está vinculado siempre en mayor o menor grado con el uso de la mencionada habilidad.
Si tenemos en cuenta que el ser humano se caracteriza por adaptar la naturaleza y lo que lo rodea a sus necesidades, comprenderemos por qué entonces en esto es central la creatividad: la capacidad de pensar en algo nuevo y mejor es lo que hace que la sociedad y la civilización humana avance en definitiva hacia nuevas y mejores formas de convivencia.
El gran reto de todo diseñador es ser capaz, de manera constante, de llevar a cabo una producción novedosa, rompedora y, sobre todo, original. De ahí que la exigencia de creatividad sea mayor en los diseñadores que en otro tipo de profesionales. A la hora de cuantificar la importancia de la creatividad en el diseño hay que tener en cuenta, no solo cuán necesaria es esta para desarrollar bien un proyecto, sino también el proceso sicológico que se deriva de la falta de creatividad.
Cualquier diseñador se enorgullece de sus capacidades creativas y de cómo ha logrado llegar a conceptos que funcionan y que entusiasman a sus clientes. Pero muy pocos de ellos hablan de la frustración que suponen las épocas de menor creatividad. Sin embargo, hablar de ello es necesario para aprender a gestionar esos periodos.
Sí, la creatividad es importante, pero no lo es más que la disciplina. Un hábito de trabajo que se base en la constancia hará mucho más por un profesional del diseño que las musas. La creatividad no nace de la nada. Puede entrenarse. Pero ese entrenamiento depende del trabajo, de la cantidad de horas que estemos dispuestos a concederle.
La disciplina depende a su vez, en gran medida, de la motivación. Y la motivación está relacionada con el entusiasmo, sí, pero también con la confianza en uno mismo. Cuando esta última falla, el sistema se desmorona. La confianza se cultiva controlando las expectativas, fortaleciendo el carácter a la hora de recibir críticas y, sobre todo, experimentando por nosotros mismos la mejora en nuestro trabajo de diseñadores.
La importancia de la creatividad en el diseño es alta, pero ser creativo no es lo único que cuenta para alcanzar el éxito en una profesión exigente y muy cambiante.
Si no nos damos permisos para realizar malos diseños y tener malas ideas, jamás desarrollaremos ideas brillantes. Por supuesto, los intentos fallidos no deben abandonar tu mesa de trabajo. Sin embargo, debes ser consciente de que, a menudo, los mejores conceptos se esconden bajo capas y capas de ideas manidas.